En la provincia de Pacajes existían dos categorías de capitanes de la mit’a: capitanes generales de provincia, nombrados entre los caciques principales (especialmente entre los pudientes) para hacerse cargo de la conducción de mitayos a la Villa de Potosí y los capitanes enteradores o chicos de cada pueblo quienes se encargaban de reclutar mitayos de su lugar de origen. Desde luego, el nombramiento de capitanes era una imposición desde el Virrey Toledo quien exigía mucho sacrificio y dinero. Cuando Toledo estableció “la mita de las provincias para el cerro rico de esta villa nombró y creó seis capitanes generales superintendentes de ella con calidad que tuviesen a su cargo los indios”[1]. Pero la capitanía general de seis provincias fue reducida a dos: Chucuito y Pacajes porque las demás tenían “divididas sus capitanes por cada pueblo su capitán”[2]. En la práctica, como no funcionaban esas capitanías por sí solas, se nombró un capitán mayor, designado por el Presidente de la Audiencia, quien, con el propósito de cumplir con su obligación del entero de la mit’a, debía ser colaborado por los capitanes chicos, asistentes y enteradores. De esa manera se había acordado nombrar a “un español con la denominación de capitán mayor a quien por ser de superior jerarquía estarían más sujetos y obedientes los indios”[3]. Sin duda, en la provincia de Pacajes y en otras el nombramiento de capitanes generales y capitanes chicos o enteradores tenía su importancia para el cumplimiento del entero de la mit’a. En algunas provincias había variación, por ejemplo, sí no existía el capitán general, los responsables directos de la mit’a eran los capitanes chicos o enteradores de pueblos[4]. Es de advertir que en la provincia de Pacajes había doce pueblos, pero en ellos apenas se podía hallar o conocer más de tres caciques principales a quienes nombrar por capitán general puesto que sólo estos tendrían la capacidad de enterar la mit’a con puntualidad pero los nueve restantes se quedaban “desmantelados y expuestos” a su incapacidad “por no tener cabezas ni gobierno que cuidasen del cumplimiento de sus obligaciones”[5]. Resulta que los capitanes (chicos y generales) de esa provincia, por una parte, por sobrellevar el yugo de la mit’a estaban perdidos por no recibir el apoyo de los corregidores en la tarea de reducción de indios que habían huido y, por otra, como consecuencia de ello, ellos se sentían muy oprimidos y molestos porque decían que el bien que Dios les ha dado por su trabajo e inteligencia era el producto de los trajines que realizaban a los valles y a otras partes que venían a gastar y consumir en el entero de la mit’a. Esto significaba “como quitarles el pan de la boca” permitiendo que los pobres caciques gastaran lo que no tenían previsto por “enterar por pueblos ajenos a los suyos”. Esta verdad era bastante conocida por los gastos que erogaban los capitanes particulares o chicos y generales por diferentes pueblos.
Esta situación se podía entender casi “como quitar de sus hijos pagando lo que no deben desheredándoles y faltando a su sustento y amparo de sus familias”[6]. Muchos caciques se vieron “destruidos y aniquilados”, así: Baltazar Mamani, Augustín Yucra Guanca, Sebastian Marca y Juan Cupiticona. Mientras a otros se podían contar por muertos: Juan Marcatola, Diego Apassa, Diego Halanoca, Carlos Quintalaura, Diego Sirpa, Diego Canqui. Aunque vivos algunos de ellos bien podían y sin dificultad entrar en el número de muertos. Se habían “quedado tan pobres que no hay muerte que más aflija pues que comer no tienen y así no hay cacique que quieran que sus hijos se crien en la policía y grandiosidad que los pasados antes quieren sean inútiles”[7].
De esa manera, los referidos caciques murieron de “pesadumbre por haber gastado sus haciendas” en el entero de la mit’a y quedarse “tan pobres y aniquilados” que no tuvieron capacidad de resolver el problema de “los indios faltos de otros pueblos” que les hacían enterar y otros de miedo han desamparado las capitanías generales como ha ocurrido a Lorenzo Cayo y Juan Chuquimamani por no tener recursos económicos y por ser “tan dura el pagar unos pueblos por otros cosas tan inhumana”[8]. Los capitanes generales que a continuación mencionamos han tenido muchas dificultades para sobrellevar el yugo de la mit’a de Potosí. Entre los capitanes que sobresalieron fueron Juan Bautista Quispesala y los Fernandez Guarachi de Jesús de Machaqa.
Juan Bautista Quispesala
Hacia 1590, Juan Bautista Quispesala era capitán general de los indios de los Pakaxa y al mismo tiempo era alcalde mayor de los naturales de la Villa de Potosí. Como tal experimentaba la falta de indios mitayos, al decir del protector “que los indios de la dicha provincia acudan y han acudido a la mita de la labor y beneficio de las minas e ingenios de ella hayan cumplido con puntualidad (…) para cuyo efecto el dicho mi parte a por muchas vezes mingado indios que supliesen la falta de los enfermos y ausentes socorriendo ansimismo con plata rropa y comida a los pobres”
[9]. Como se puede notar se generaban varios efectos de la mit’a para el capitán y los indios obligados a ese servicio. Primero, surgía el problema del ausentismo de mitayos y, segundo, el capitán por falta de los mismos debía suplir con mingados (mano de obra libre). Quispesala, en 1594, como capitán general de los indios de la provincia de Pacajes de Urqusuyu y los principales de Machaqa la Grande se encontraban en la Villa de Potosí, preocupados por los indios de ese pueblo que no habían llegado para cumplir su mit’a. También constataron la falta de indios de los demás pueblos de esa provincia que alcanzaba a la cantidad de 558 indios faltos[10]. Fue muy preocupante el ausentismo de indios mitayos para el capitán y los principales que garantizaban el entero de la mit´a[11]. Probablemente, en los primeros momentos, a los Pakaxa les tocaba enterar 1500 indios ordinarios cada semana[12] y entre los tres grupos alcanzaban a 4.500 mitayos. Sin embargo, esa cantidad no se podía lograr al existir una disminución de 400 indios, sumando sólo 4.100. Después, indica que “sólo enteran más de dos mil y ochocientos de suerte”. Esto explica una gradual y notable disminución de mitayos entre 1590 y 1647, es decir desde la gestión de Quispesala. Para los indios originarios, desde el primer momento, los efectos de ese servicio debieron ser muy preocupantes por afectar a su economía de subsistencia e incluso a su propia existencia física en su ayllu.
Gabriel Fernández Guarachi
Gabriel Fernández Guarachi
[13] hacia 1626 asumió el cargo de cacique principal y gobernador del pueblo de Jesús de Machaqa cuando los rezagos de tasas y mit’a de la Villa de Potosí habían causado una situación crítica[14] entre los afectados. Después hacia 1628 fue nombrado capitán general de los doce pueblos de la provincia de Pacajes y, ocupando ese cargo, había asistido en 18 ocasiones a la Villa de Potosí. Uno de los problemas serios que le tocó experimentar, sin duda, fue el ausentismo de muchos indios de los pueblos de Pakaxa. Muchas veces tuvo que gastar su propio dinero para “buscar y recoger” indios ausentes o bien mingar otros en lugar de los que faltaban o habían muerto. En 1633, después de ser nombrado capitán general de esa provincia para el año siguiente, sabiendo que faltaban indios, hizo un viaje con una comisión a la ciudad de La Paz, donde precisamente algunos indios de su pueblo se encontraban presos en la cárcel pública. Pero tropezó con la oposición del corregidor de la ciudad, quien en vez de entregar esos indios a la comisión los liberó y de esta manera impidió su reducción. Entonces tuvo que conformarse, frustrado el objetivo de esa comisión, con la consiguiente incesante disminución de indios destinados a la mit’a. Con el objeto de demostrar la merma de indios mitayos en la provincia de Pacajes, Gabriel Fernández Guarachi presentó una memoria de los indios que faltaban en sus pueblos para la mit’a de 1634[15]. De los doce pueblos (Qaqayawiri, Jesús de Machaqa, San Andrés de Machaqa, Santiago de Machaqa, Qallapa, Julluma, Kurawara, Qaqinkura, Qalaqutu, Wiyacha, Tiwanaku y Waqi), los ausentes ascendían a 513 mitayos. Gabriel Fernández Guarachi para enfrentar mejor los problemas del rezago de la mit’a y del tributo, obligó a que algunos indios de su pueblo de solvencia económica, como los principales y los jilaqatas, podían ir recuperando o reconstituyendo en algún modo la mucha perdición de gente mitaya o tributaria. Por otro lado, se alquilaban los indios para trajines y otras ocupaciones sin pagar de su trabajo sólo para remediar la tasa y el entero de la mit’a, especialmente de su pueblo.
[1] AGI. Esc. de Cámara 868 A, f. 41v.
[2] AGI. Esc. de Cámara 868 A, 198v. En f. 208 se habla de la desventaja de división de capitanías por desembocar en una “ruina y perdición” de las provincias en dos o tres capitanías y pueblos así Umasuyu estaba perdido “por haberse dividido y la provincia de los Carangas y la de Charcas”.
[3] AGI. Esc. de Cámara 868 A, f. 43.[4] Sánchez-Albornoz 1978: 132, 134, 136, 140, 142, 145 y 147-148.[5] AGI. Esc. de Cámara 868 A, ff. 279v-280.[6] AGI. Esc. de Cámara 868 A, ff. 193v-194.[7] AGI. Esc. de Cámara 868 A, f. 195 y v.[8] AGI. Esc. de Cámara 868 A, f. 284.[9] AGI. Charcas 45.[10] AGI. Charcas 17. Testimonio de petición de don Juan Baptista Quispesala, capitán de los Pacajes, que presentara ante el señor Lic. Lupisana, año 1594.[11] Roberto Choque Canqui. “El papel de los capitanes de indios de la provincia Pacajes ·en el entero de la mita· de Potosí”. En : Revista Andina Nº 1, Cusco, 1983, p. 117. [12] AGI. E. Cámara 868 A. f. 278 y v.[13] Gabriel Fernández Guarachi, “cacique y enterador de la mita de Potosí”, fue conocido por las autoridades como un indio noble “muy rico y mayor ladino” (Zavala, tomo II, 1979: 144).[14] AGI. Esc. de Cámara 868 A, f. 188v. Guarachi, probablemente, a sus 17 años habría empezado a ejercer el cargo de cacique y en 1626 ya tenía 23 años.[15] ANB. Minas, T. 123, Nº 11, 1633. Don Gabriel Fernández Guarachi, capitán general de la mit’a en 1634, sobre las trabas que don Antonio Mogollón de Riva, corregidor de La Paz, le opone en el cumplimiento de su comisión.
Escribe: Lic. Roberto Choque Canqui